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Leccion 6

Lesson 6 Teenagers in Spanish

Photo: ©ericsphotography from Getty Images Signature via Canva.com

El Apóstol Santiago hizo una pregunta óbvia acerca de la fuente del enojo.

Creo que la mayoría de los Cristianos pueden contestar correctamente esa pregunta en un sentido teológico.  Sin embargo, estos Cristianos no pueden aplicar la respuesta correcta a su vida diaria.  Entónces no saben precisamente de dónde viene el enojo.

¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre ustedes?– Santiago 4:1 (PDT)

Saber lo que dice la Palabra de Dios y saber aplicar la Palabra de Dios a tu vida son dos asuntos diferentes.  Sólo saber lo que dice la Palabra de Dios es inútil; vivir tu vida según la Palabra de Dios hace la diferencia.

Satanás cree en Dios, y sabe mucho más que nadie en cuanto a la naturaleza de Dios.  Pero todavía es el enemigo de Dios, y será destruido por Dios.

Aunque sepas de dónde viene el enojo, su conocimiento no importa hasta que te responsabilices de tu enojo y cambies de actitud.  Santiago contestó así su pregunta acerca del orígen del enojo:

¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de ustedes mismos?Desean algo y no lo consiguen. Matan y sienten envidia, y no pueden obtener lo que quieren. Riñen y se hacen la guerra. No tienen, porque no piden. – Santiago 4:1-2 (PDT)

En su pregunta, Santiago emplea la palabra “surgen” porque quiero que te enteres de la fuente del enojo.  La fuente del enojo no es el Diablo.  Tampoco son tus padres la fuente del enojo.  Santiago contesta su pregunta a través de otra pregunta.

En la segunda pregunta, Santiago emplea tres palabras–las pasiones, desean (los deseos), y la envidia.  Esas tres palabras son sinónimos de la palabra “ídolo.”  Un ídolo es algo que tiene prioridad sobre Dios en tu vida.  Quieres el “ídolo” mas de lo que quieres a Dios.  Por eso, si no recibes lo que quieres, te enojas y cometes pecados.

Según Santiago, la fuente del enojo se encuentra en tus pasiones, tus deseos, y tu envidia.  En otras palabras, TÚ eres la fuente de tu enojo.  Pero me dices: “Ellos me hicieron daño.  Ellos me insultan.  No me entiendes.”

Te entiendo.  Como lo había dicho antes, la vida nunca es justo.  Vamos a ser insultados y maltratados.  Acuérdate de esto: Adán y Eva se cayeron, pero todos los seres humanos se lastiman.  Somos todos pecadores.

Entónces me dices: “Pero rezo a Dios para que me quite los problemas, y los problemas persisiten.”  Entiendo las rezas.  Santiago también las entendió.  Por eso, el apóstol agregó esta línea a su explicación:

Y cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones. – Santiago 4:3 (PDT)

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Rezamos a Dios esperando que nos quite los problemas.  A veces Dios sí nos los quita y a veces no.  De vez en cuando Dios usa los problemas y el dolor como maneras de ayudarnos.

Pero no es suficiente con sólo oír el mensaje de Dios. Hay que obedecerlo. Si sólo lo oyen, sin hacer lo que dice, se están engañando a sí mismos. – Santiago 1:22 (PDT)

Ahora puedes ver que la fe de Abraham iba de la mano con sus hechos. Su fe se perfeccionó con el bien que hizo. – Santiago 2:22 (PDT)

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