Hace varios años estaba sentado con un amigo en un estacionamiento después del almuerzo, estábamos conversando antes de irnos. Él compartía conmigo cómo cierto tipo de música era “mundana”, yo estaba impresionado de que él pudiera discernir la mundanalidad a través de una observación externa, tan sólo por lo que escuchaba. Como estaba curioso de cómo él lo hacía, le pedí que me definiera mundanalidad. Él dijo que era el estilo lo que la hacía mundana. Él creía que algunos estilos eran mundanos. Su interpretación de mundanalidad estaba fundamentada principalmente en lo externo. Sin embargo, él no diría que todos los tipos de músicas externas son mundanas, sólo algunos.
Este comentario me hizo más curioso aún, le pregunté acerca de los tambores; él dijo que estos eran mundanos pero no en todos los contextos. Tener un tambor en tu casa no es necesariamente mundano; más aún, para un cristiano africano que viva en los Estados Unidos y que toque el tambor en una reunión de la iglesia no es necesariamente mundano. Sin embargo, tener un tambor en el edificio de una iglesia en los Estados Unidos sí sería mundano. Fue de gran ayuda escuchar su razonamiento porque mi cabeza no paraba de dar vueltas con toda esta información.
Esto me recordó de mi primera clase de griego hace algunos 20 años; mi maestro me contó acerca de una regla en griego y dijo que siempre era la misma en todos los casos, excepto en este caso en particular. Dijo aún que esta otra regla se aplica también todo el tiempo, excepto por algunas excepciones. Entonces pensé: “esto va a ser imposible de aprender, ¿por qué no pueden hacer una regla que se aplique universalmente?” Después de pasar algunos minutos con mi amigo, yo pensé de la misma manera. No creo que pueda entender totalmente lo que él piensa y practica acerca de la mundanalidad.
Él creía que una mujer que use pantalones para ir al servicio de la iglesia sería algo mundano, pero ella podría usar pantalones para acampar o trabajar en el patio; ella también podría usar traje de baño para la piscina o la playa, pero necesita cubrir más que sólo su cuerpo en otros lugares. Él no va al cine, pero sí ve las películas en su televisión; él no ve a una mujer en traje de baño, pero sí a una mujer vestida de la misma manera haciendo gimnasia o patinando sobre hielo. No hay que decir que mientras más hablábamos más me daba cuenta que él tenía una lista muy larga por la cual regía su vida la cual cambiaba por el ambiente o la circunstancia. Lo que sí apreciaba de él era su honestidad, integridad, humildad, transparencia y particularmente su deseo de vivir una vida cristiana delante de su Dios. Esto era algo inspirador, en estos aspectos yo quería imitarlo.
Lo que entendí de él es que como cristiano necesitas aprender, recordar y practicar la discriminación en cuanto a la mundanalidad basado en cuestiones de estilos en vez de usar otro criterio. Estoy de acuerdo con él en este sentido: como cristianos debemos discriminar o, para usar un lenguaje bíblico, debemos discernir cuando nos refiramos a la mundanalidad. La pregunta, sin embargo, se trata más acerca de ¿cómo uno discrimina y/o cuáles son los criterios para la discriminación? Mi amigo podía mirar una persona basado en su estilo y determinar si esa persona era “mundana” o no. Quizá usted puede hacer esto también, personalmente yo no tengo ese don. Es casi imposible que pueda mirar una persona y juzgarla como alguien que ama a Cristo o que ama este mundo.
Desde el punto limitado de mi entendimiento de Cristo y de cómo él vivió su vida en su tiempo, él sería muy difícil de distinguir en medio de una multitud. Algunas personan le buscaban y tenían que preguntar quién de los que estaban ahí era Jesús. Él se veía como los demás. Otros lo acusarían de pecado porque él se juntaba con personas cuya moral era cuestionable. Aquí es donde me confundo cuando el estilo se convierte en el criterio para discernir la mundanalidad. Jesús se juntaba con su mundo, comía con su mundo, bebía con su mundo y se vestía como su mundo. Yo no creo que él era mundano en lo más mínimo.
Rick launched the Life Over Coffee global training network in 2008 to bring hope and help for you and others by creating resources that spark conversations for transformation. His primary responsibilities are resource creation and leadership development, which he does through speaking, writing, podcasting, and educating.
In 1990 he earned a BA in Theology and, in 1991, a BS in Education. In 1993, he received his ordination into Christian ministry, and in 2000 he graduated with an MA in Counseling from The Master’s University. In 2006 he was recognized as a Fellow of the Association of Certified Biblical Counselors (ACBC).