No, esto no es un caminar morboso a la complejidad de mi engañoso y depravado corazón. Como John Donne dijo mucho mejor que yo:
“¡Pobre alma compleja! Alma enigmática, perpleja y complicada!”
El laberinto interno de mi corazón es verdaderamente desalentador y depresivo. Y yo me auto-engaño, ¡sí! Sin embargo, tengo la suficiente conciencia- por la gracia de Dios- acerca de la doctrina del hombre y la doctrina del pecado para saber y balancear de una manera sospechosa la futilidad y los peligros de la introspección con la necesidad bíblica de la introspección. En pocas palabras, soy exhortado por las Escrituras a mirar, pero no a detenerme. Por cada mirada que hago hacia mi pecado quiero hacer diez miradas a la Cruz. Esta es un frágil intento de hacer una mirada.
Aún más, al leer Efesios 4:22 debo estar al tanto de qué “quitar” para poder…bueno, quitar el viejo hombre. No puedo quitar el viejo hombre si no sé qué tengo que quitar. Si tengo que sacar la basura, entonces necesito saber dónde está la basura. No puedo sacar nada que o no sepa qué es, o peor aún, dónde esté. Debo saber tanto lo que es y su ubicación.
Afortunadamente, no tengo que pensar por mucho tiempo acerca de la ubicación. ¡Necesito quitar el pecado que está en mi corazón! Mi corazón es dónde mi tesoro está. Pero el saber qué es lo que tengo que quitar es un poco más complicado. Por lo tanto, a través de la oración, consejería y reflexión persona mi meta es cambiar por la gracia de Dios, el mortificar las obras de la carne, con el propósito de glorificar a Dios en mi santificación.
Con este menester en mente he buscado, orado, preguntado y reflexionado con el intento de atacar mi orgullo, cambiar y glorificar. Lo que tengo en estas confesiones es mi lista personada y bien cultivada de pecado. Como diría Gollum: “esto es mis preciosidades”, las cosas que están cerca y que son preciadas para mi corazón. Y, desafortunadamente, mis “preciosidades” está en plural. Nunca he sido demasiado leal a un solo ídolo. Disfruto y busco muchos ídolos en mi corazón.
Pero alabado sea Dios, hay solución a todo esto y se encuentra en una colina. Una vez que encuentro la basura tendré el privilegio gozoso y lleno de gracia de llevar mi basura a esa colina para desecharla apropiadamente.
Confesión #1
Farisaísmo—este es un pecado fundamental de mi corazón. Es simplemente tener una visión mayor de mí mismo de lo que a Dios le agrada, lo que ocasiona que sea tentado (y algunas veces ceda a la tentación) de compararme con otros. Este pecado fundamental, cuando uno cede a éste, lleva a la condescendencia y a actitudes arrogantes hacia los demás, o peor aún, por este gran amor que tengo a mí mismo puedo vivir un odio bíblico en el sentido de que ya sea no sirva a los demás o estoy tan endurecido por este pecado que he disminuido la sensibilidad a la guía del Espíritu para servir a otros. Lo que quiero decir con esto es que mi pecado ha disminuido mi “radar” espiritual, para decirlo así, al punto en que no puedo sentir cómo servir a otros.
¿Cómo sé cuando estoy pecando con Farisaísmo? Aquí hay algunos indicadores:
Solución: ¡El Evangelio!
Hacia la colina voy…
Rick launched the Life Over Coffee global training network in 2008 to bring hope and help for you and others by creating resources that spark conversations for transformation. His primary responsibilities are resource creation and leadership development, which he does through speaking, writing, podcasting, and educating.
In 1990 he earned a BA in Theology and, in 1991, a BS in Education. In 1993, he received his ordination into Christian ministry, and in 2000 he graduated with an MA in Counseling from The Master’s University. In 2006 he was recognized as a Fellow of the Association of Certified Biblical Counselors (ACBC).